· Clery Neyra · investigacion  · 5 min read

Equidad de género un desafío en la educación superior

Equidad de género un desafío en la educación superior.

Equidad de género un desafío en la educación superior.

La UNESCO ha reportado en un estudio realizado el 2018 que menos del 30% de los investigadores a nivel mundial son mujeres, que existen menos publicaciones de artículos científicos realizados por mujeres, que se les paga menos por su investigación, y que no ascienden tanto como los hombres en sus carreras. Estos hechos hacen más visibles las brechas de género existentes en el campo de la ciencia.

En Chile, de acuerdo al último reporte del Servicio de Información de Educación Superior (SIES), en la educación superior hay inscritas 701.190 (54,2%) mujeres y 593.544 hombres (45,8%). Ello significa que aunque las mujeres son mayoría en la educación superior, persiste la segregación de género según las áreas académicas elegidas. Por ejemplo, en las carreras de las áreas de la salud y educación predominan las alumnas, mientras que los hombres lo hacen en carreras orientadas hacia las ingenierías y matemáticas.

En el Perú aún son pocas las mujeres que optan por carreras STEM (acrónimo de los términos en inglés Science, Technology, Engineering and Mathematics). De acuerdo a un reporte de la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (SUNEDU), el 27 % de las mujeres peruanas se matricula en carreras de ingeniería y tecnología; y un 71 % lo hace en ciencias médicas y de la salud.

Aunque Chile y Perú son países distintos, mantienen una realidad latente que se refleja durante el reclutamiento laboral en el sector de STEM, que sigue teniendo visos muy masculinos. Si no somos capaces de fomentar la participación femenina en este ámbito, surge el problema del empleo de la mujer en el futuro.

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Mi visita a las oficina de Google para conocer su cultura y su forma de trabajar.

Estereotipos que construyen barreras

En el libro Brotopia: Breaking Up the Boys’ Club of Silicon Valley, la periodista Emily Chang, de Bloomberg TV, expone algunos estereotipos comunes en el sector. Por ejemplo, dentro del seno familiar se tiende a asociar que la programación e informática es tarea de chicos. O la concepción de que los nerds son mejores matemáticos, y que ello echa por la borda una vida social “normal”. O que los directorios de algunas de las corporaciones tecnológicas más importantes del mundo se llevan a cabo en ambientes y contextos machistas.

En el mismo libro se narra cómo la empresa Google fue tomando medidas para contrarrestar esta realidad. Así, por ejemplo, para evitar reclutar a personas con comportamiento machista, estableció que una mujer estuviera siempre presente en las entrevistas de selección. Pese a todo, en 2017 las mujeres representaban sólo el 31% de su planilla, y sólo el 20% de los roles técnicos**.** «Las buenas intenciones no bastan», asegura Chang.

Desde mediados de los noventas la ONU ha visibilizado que en ocasiones las mujeres pasan muchos años preparándose en el campo científico, sobre todo en el área de ingeniería, pero antes de alcanzar posiciones gerenciales abandonan el sector porque sienten menos oportunidades de desarrollo, sueldos más bajos, menos exposición en el trabajo y la necesidad de pausar sus carreras debido a la atención de las responsabilidades familiares.

Todavía existe un panorama desafiante

Las mujeres con un nivel más alto de educación contribuyen aproximadamente con el 50% del crecimiento económico en los países de la OCDE (últimos 50 años), y más de la mitad de esta cifra se debe a que las niñas tuvieron acceso a niveles superiores de educación y al logro de una mayor igualdad en la cantidad de años de formación que el de los hombres.

Sin embargo, hoy en día, las mujeres se enfrentan a diversas barreras cuando buscan avanzar en su acceso a puestos de liderazgo. Según la UNESCO IESALC, en 2020 solamente el 18% de las universidades públicas de América Latina tienen mujeres rectoras. En el caso de las universidades europeas, según la Asociación Europea de Universidades (AEU, 2020), el 15% de los rectores de las universidades miembros de 48 países eran mujeres, frente a un 85% de hombres, y 20 países no tenían ninguna rectora.

Además, la participación femenina en el sector de las Tecnologías de la Información y Comunicaciones es de sólo un 5%, de acuerdo con lo señalado por la Asociación Chilena de Empresas de TI.

Según datos de titulados de AIEP, las carreras relacionadas al área industrial tiene solo un 18% de participación femenina, construcción un 17%, tecnología un 11%, y mecánica un 3%. Como vemos las brechas de género continúan siendo un desafío que requieren transformaciones muy profundas desde los ámbitos sociales, culturales, educativos y económicos.

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¿Qué podemos hacer?

En principio, se trata de educar en igualdad de oportunidades, y ofrecer a las niñas estudiantes referentes femeninos ****en el campo científico que les puedan servir de inspiración; así como promover las carreras STEM en los colegios e incentivar más a las pequeñas a participar en los clubes y ferias de ciencia. Estas acciones aportarían bastante.

También es importante que las organizaciones dentro de la industria tecnológica creen oportunidades incluyentes e igualitarias para las mujeres en este sector; y desde el Estado trabajar en políticas públicas que promuevan estímulos para que las mujeres no tengan que decidir entre la maternidad y su trabajo, y que se aseguren oportunidades equitativas y una educación integral.

Finalmente, las escuelas, colegios, institutos y universidades son los espacios más idóneos para generar la equidad de género, entendido como un principio de justicia. La ciencia no tiene género, y es necesaria para lograr el desarrollo y bienestar de nuestra sociedad, por ello trabajamos en formar a nuestros jóvenes, para que crean en sus fortalezas y desarrollen todo su potencial sin barreras.

Sin embargo, todavía existen diferencias sociales, económicas y culturales que perpetúan la realidad de muchas niñas que tienen menos probabilidades de estudiar en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM).

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